Mis hermanos lloran hacia dentro,
mientras crecen,
desesperanzados hijos del hambre
que mide todas las cosas.
Mis hermanos duermen
con el corazón despierto
---la paz no se afirma con acuerdos ni
decretos---
Mis hermanos se multiplican en la selva,
en la ciudad
y desprecian el pan y el sacrificio
por la madre herida.
Mis hermanos mueren de frío
o segados por la sombra en la
frontera.
Mis hermanos inventan la luz y la
palabra,
la ofensiva palpitante
que renace cada día.
Mis hermanos no pierden la vida:
ganan la inmortalidad.
Héctor Collado
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