Trujillo, Somoza, Carías,
hasta hoy, hasta este amargo
mes de septiembre
del año 1948
con Moriñigo (o Natalicio)
en Paraguay, hienas voraces
de nuestra historia, roedores
de las banderas conquistadas
con tanta sangre y tanto fuego,
encharcados en sus haciendas,
depredadores infernales,
sátrapas mil veces vendidos
y vendedores, azuzados
por los lobos de Nueva York.
Máquinas hambrientas de dólares,
manchadas en el sacrificio
de sus pueblos martirizados,
prostituidos mercaderes
del pan y el aire americanos,
cenagales verdugos, piara
de prostibularios caciques,
sin otra ley que la tortura
y el hambre azotada del pueblo.
Doctores “honoris causa”
de Columbia University,
con la toga sobre las fauces
y sobre el cuchillo, feroces
trashumantes de Waldorf Astoria
y de las cámaras malditas
donde se pudren las edades
eternas del encarcelado.
Pequeños buitres recibidos
por Mr. Truman, recargados
de relojes, condecorados
por “Loyalty”, desangradores
de patrias, sólo hay uno
peor que vosotros, sólo hay uno
y ése lo dio mi patria un día
para desdicha de mi pueblo.
Pablo Neruda
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