No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me
muerda los pies,
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de
estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal, opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.
Julio Cortázar
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